NeuroPlaying : Juegos & habilidades cognitivas

 

 

Bilbomática, con la colaboración del grupo DeustoTech-Vida y la empresa Zuentzat Servicios Gerontológicos, ha lanzado NeuroPlaying, una iniciativa que utiliza el juego para entrenar las capacidades intelectuales de las personas mayores. El proyecto consiste en un paquete de aplicaciones en forma de juego desarrolladas para tablets, con un diseño sencillo y diferentes niveles de dificultad, que están dirigidas a desarrollar habilidades como la orientación espacial, la coordinación vasomotora, la atención, el razonamiento lógico espacial y la memoria visual.

Además de los juegos en sí, y como parte integral del proyecto, NeuroPlying permite realizar un seguimiento de cada usuario, registrando los resultados y mostrando la evolución con gráficos y tablas comparativas.Este servicio está dirigido tanto a familiares como a profesionales sociosanitarios.

«Una parte esencial de los juegos serios es la monitorización y evaluación de los resultados», explica Frank Guijarro, responsable de I+D+I de Bilbomática,  «el proyecto seguirá abierto para usuarios pero la intención es buscar su comercialización en ámbitos profesionales ofreciendo más funcionalidades».

NeuroPlaying se ha lanzado en versión beta, y por ahora cuenta con dos juegos, Puzzle, que consiste en memorizar una fotografía para luego reconstruir sus piezas en el menor tiempo posible, y eTangram, una versión digital del clásico juego, aunque la intención es ir ampliando el proyecto con más aplicaciones. Ambos juegos están disponibles de forma gratuita para Android desde Google Play y en un futuro lo estarán también para iOS y web.

Esta iniciativa se ha desarrollado en el marco del proyecto Subprograma Competitividad I+D 2012 con el apoyo del Ministerio de Industria, Energía y Turismo.

 Fuente: http://www.euskadinnova.net/es/enpresa-digitala/noticias/bilbomatica-lanza-neuroplaying-juegos-para-mantener-habilidades-cognitivas/11617.aspx – Autor Laura Fernandez
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Envejecimiento activo: el cohousing

 

 

Cohousing es  un tipo de vivienda colaborativa que intenta superar la alienación  de la vivienda actual, en la que nadie conoce a sus vecinos y en la que no existe ningún sentido de la comunidad. Se caracteriza por la existencia de casas privadas con su cocina propia, salón comedor, etc., junto con amplios espacios y facilidades comunes. El espacio común suele incluir una casa común con cocina, salón comedor y salas multiusos, diversas facilidades recreativas, biblioteca, talleres, zonas verdes, espacios para los niños, etc.

Es un modelo que con variables que se ha desarrollado en Europa (Alemania, Francia) desde hace más de treinta años y su principal ventaja es recuperar valores típicos de comunidades pequeñas como los hábitos de colaboración y las relaciones sociales en red.  En Dinamarca a finales de los años 60 se formaron las primeras unidades cohousing  y se extendió a USA a finales de los 80. Es en Estados Unidos y Canadá donde más se ha desarrollado esta forma de comunidad.

En España compartimos la cultura de envejecer en casa sin perder autonomía; no queremos estar solos pero no queremos ser una carga para los hijos. No se trata solo de mudarse a una casa en espacio compartido estilo urbanización sino que las relaciones de cooperación y confianza son fundamentales.

Las casas de un Cohousing se construyen normalmente en torno a una zona verde y peatonal. Las calles y los aparcamientos se diseñan especialmente para eliminar los coches del interior de la comunidad. Con esto no solo se consigue crear más áreas abiertas para recreación y ocio, sino que elimina el ruido del tráfico y la contaminación. No son, hoteles, no hospitales ni instituciones geriátricas, son hogares con zonas comunes que garantizan la autonomía a partir de una arquitectura adaptada y adaptable.

La comunidad se gobierna a partir de  una asociación de propietarios o de condominio, formada por todos los residentes, que asume la responsabilidad de dirección y mantenimiento de edificios y espacios comunes. Los residentes participan activamente en diversos grupos de trabajo. Se paga una tasa mensual que permite a la comunidad comprar los suministros necesarios o pagar por trabajos que requieren contratar a técnicos. Se elige asambleariamente una junta directiva formada por cargos rotatorios para evitar personalismos.

La experiencia de muchos Cohousing muestra que la participación activa de los residentes desde el inicio del proyecto contribuye a unir lazos y fortalecer el sentimiento comunitario. Construir una comunidad no es fácil. Trabajar juntos y participar activamente en el desarrollo y proceso de diseño forja una comunidad fuerte y con buen funcionamiento. En Cohousing nadie está obligado a participar.

Inteligencia colectiva + Solidaridad + Convivencia

Las principales conclusiones de este tipo de experiencia son:

1) Autopromoción : son iniciativa de los usarios no de un tercero

2) Autogestión : acción y consenso

3) Co.laboración : gestión solidaria de las actividades

No son hoteles, ni hospitales ni instituciones geriátricas. Son hogares con zonas comunes que garantizan la autonomía a partir de una arquitectura adaptada y adaptable. Los hay intergeneracionales que han probado ser muy efectivos porque la gente que vive en un Cohousing intergeneracional tiene más fácil evitar el sentimiento de soledad que se apodera de muchas personas en las modernas ciudades.

La posibilidad de participar en la comunidad y compartir conocimientos y experiencias vitales contribuye a aumentar la autoestima y el bienestar emocional

Perfil del Cohousing:

  • Casas y comunidad diseñadas y desarrolladas por los residentes (autoconstrucción posible)
  • Entorno apto para peatones y para pasear. Presencia mínima del automovil
  • Casas como cualquier otra casa, con todas las facilidades
  • Posibilidad de revender, de recuperar las inversiones realizadas y de obtener beneficios de la revalorización de la casa (en las condiciones establecidas por la comunidad)
  • Espacios comunes y zonas verdes, casa común y un amplio abanico de áreas recreativas y para actividades comunitarias
  • Mantenimiento y gobierno de los propietarios o de la asociación de condominio
  • Fuerte sentido comunitario y trabajo conjunto
  • Sistema de vigilancia vecinal
  • Consumo energético reducido, respeto por el entorno
  • Respeto de la intimidad
  • Las diferencias de edad y de formas de vida dan riqueza a la cultura comunitaria
  • Diversidad de precios, facilidades de acceso a la vivienda
  •  Un entorno que tiene en cuenta los niños contribuye a un desarrollo más sano y feliz y disminuye las tensiones con los padres
  • Evitar el aislamiento, animando a las personas que viven solas y a las personas mayores a que desarrollen un papel activo e importante en la comunidad
  • Cooperación, espíritu vecinal e independencia

 

Fuente:

http://www.selba.org/EcoaldeasDocusCohousing.htm#Definicion

http://www.elblogsalmon.com/conceptos-de-economia/que-es-el-cohousing

Miguel Angel Mira: «Cohousing, un nuevo modelo de convivencia» Revista UDP año XXVIII Nº 254 Enero-Marzo 2014

https://www.cohousing.org/what_is_cohousing

CO-housing

 

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Las canas revolucionan la economía

La demografía es destino”.

Lo escribió hace más de 200 años el filósofo francés Auguste Comte. Nos advertía de que el futuro del ser humano vive ligado a su comportamiento como especie. Está anclado a sus nacimientos y defunciones. A la edad de su población. A sus movimientos. A la vida y, sobre todo, al discurrir del tiempo.

La semana pasada, el Instituto Nacional de Estadística (INE) presentaba las proyecciones demográficas para España en la próxima década y esa fotografía positivada a cámara lenta nos reveló la imagen de una fuerte caída de la natalidad y un envejecimiento de la población, y por primera vez, desde la Guerra Civil, habrá más defunciones que nacimientos. Todos seremos más viejos.

La esperanza de vida se irá alargando y en 2022 será de 87 años para las mujeres y 81,8 para los hombres. Son 2,5 y 1,9 años más que los que vivimos ahora.

Y para entonces, en esta tierra habitada de pueblos distintos e historias diferentes, residirán 9,7 millones de personas mayores de 64 años, cerca de 1,5 millones más que en la actualidad. De ellas, 23.428, centenarias, el doble de las que sumamos hoy. 

En un país en el que los minutos serán más largos para todos, los ancianos revolucionarán la economía. Es, quizá, la fuerza de cambio social más importante en la historia socioeconómica reciente de España desde que en los años setenta del siglo pasado se creara una clase media.

EL PAÍS

La situación de envejecimiento de España “es irreversible, pero no es una catástrofe”. Esta es la primera frase que deja Antonio Abellán García, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y toda una referencia en estos asuntos.

“Si desaparece la forma de pirámide de población y se convierte en un pilar, no es un fracaso. Hablamos de un éxito, ya que demuestra que no fallecen tantos niños, adultos o adolescentes”. En el fondo, “vivimos más porque vivimos mejor”, sintetiza. Lo cual no quiere decir que miremos hacia otro lado, pues las cifras nos amenazan. A partir de 2023, el proceso de envejecimiento del país se acelerará porque comienza la jubilación del baby boom. “Debemos ocuparnos intensamente de los temas de envejecimiento pero no tenemos que alarmarnos, ya que la alarma lleva a la sociedad por caminos equivocados”, matiza el investigador.

Con más preocupación o menos, la sociedad a la que vamos será muy diferente, y, por eso, las empresas y la propia economía tendrán que adaptarse. El envejecimiento lo cambia todo o casi todo. Las finanzas, el consumo, los inmuebles, la industria farmacéutica, la sanidad, el diseño de productos, el sector del automóvil, la tecnología, el ocio. Con la mayor longevidad se ha ganado tiempo, y las organizaciones que sepan manejarlo tendrán una gran ventaja.

Paco Abad, director de la consultora aBest innovación social, narra que a las políticas de envejecimiento en la empresa les sucederá lo mismo que a las de Responsabilidad Social Corporativa (RSC). ¿Lo recuerdan? Tardaron en implantarse, sin embargo, cuando empezó el boom llegaron de forma vertiginosa.

Esto ocurrirá, según calcula Abad, en tres o cinco años. Porque el mayor tiempo de vida de los españoles se ha convertido en una gran oportunidad de negocio si se logran respuestas a los desafíos. Por ejemplo, abaratar los productos y servicios básicos para que sean asequibles con unas pensiones cada vez más bajas; mejorar el diseño de los envases de muchos artículos con el fin de que resulten manejables; favorecer la vida autónoma en el hogar y adaptar viviendas, infraestructuras de transporte y espacios públicos.

En el fondo, la edad arroja dos guantes al mundo de la empresa. La necesidad de crear nuevos productos y servicios que den contestación a este envejecimiento y, a la vez, concebir una manera diferente de gestionar la vida laboral de sus plantillas.

Las organizaciones deben entender que “hacerse mayor es la base de la existencia humana y una oportunidad única para mezclar la energía de los jóvenes y la sabiduría de los adultos mayores”, observa Enrique Alcat, profesor de IE Business School. Y añade: “Es inadmisible acabar con la vida laboral de una persona a los 55 años”.

Estamos, pues, obligados a prestar atención a la radiografía de este nuevo joven que llega a España. Tiene unos ingresos estables a través de las pensiones —lo que le convierte en un buen consumidor potencial—, se encuentra mejor preparado laboralmente que sus antecesores y, por lo general, se siente sano y activo. Incluso, hay quien, como Jordi Rifa, director de industria de la consultora Everis, revela el nacimiento de lo que llama “la cuarta edad” (mayores de 80 años).

“Un cliente y un nicho de mercado específico, de gran calado para las empresas y con unas necesidades diferentes” dictamina el analista.

Esas necesidades distintas ya se dejan sentir en los lineales del supermercado. La gran distribución ha interiorizado el profundo efecto que tiene el envejecimiento en los productos de consumo.

¿Cómo va a manejar una persona mayor esos enormes detergentes, lavavajillas o champús que pesan un quintal?

“Los artículos serán livianos, más fáciles de abrir, con tipografías grandes, transportables con sencillez y acorde a las cantidades que consumen”, desgrana Víctor Mirabet, consejero delegado de la consultora Coleman CBX. “Es una revolución”.

La transformación ha empezado ya por ofrecer a los ancianos productos con ese componente bio o saludable. La consultora Nielsen se ha interesado por este tema y ha firmado un estudio, «El mercado sénior» en el que ha pedido la opinión a los mayores de 55 años.

Ellos cuentan que cada vez consumen menos bebidas alcohólicas y más productos ricos en calcio. El trabajo también revela que el 90% ve casi todos los días la televisión, y el 67% sale a comprar más de una vez a la semana. Excelentes pistas para crear una estrategia de marketing.

La distribución ha empezado a ofrecerles productos bio y saludables.

Y junto a las finanzas, quizá sea el sector inmobiliario el que notará con más intensidad la nueva demografía.

Cada vez encontramos más ancianos viviendo en soledad, y esa sensación de que la casa se cae encima, según dicen los sociólogos, aumentará cuando pase la crisis.

Ahora se mitiga porque muchos hijos continúan viviendo en el hogar. Pero, con el tiempo, la casa dejará de estar encendida y la vivienda se verá que resulta inapropiada. Fallará el tamaño, los equipamientos, y para entonces, la incomodidad (enchufes fuera de altura, fregaderos y baños no adaptados, ni diseñados para adultos mayores; suelos que deslizan, carencia de ascensores, ausencia de insonorización…) resultará evidente. Esto facilita la entrada de una potente industria de la domótica y la rehabilitación. Tanto dentro como fuera del hogar.

“Será necesaria la rehabilitación integral de barrios enteros y no solo en el centro de la ciudad, sino también en la periferia, localidades que tienen un parque de viviendas muy antiguo que no cumple con las condiciones mínimas que necesitan las personas para vivir, muchas de ellas mayores”, prevé Carlos Smerdou, consejero delegado de Foro Consultores.

Pero este negocio, que también puede trasladarse a la segunda residencia, tanto para ancianos españoles como extranjeros, y que podría descargar una lluvia millonaria sobre el magullado ladrillo, tiene que saber leer la idiosincrasia de esta población.

“Hay que evitar los guetos. No tienen éxito. Los mayores, al menos los españoles, valoran las redes sociales. No quieren un barrio de ancianos. Por tanto, ¡ojo! con las ciudades residenciales, al estilo estadounidense, solo para viejos”, advierte Antonio Abellán García, del CSIC. Los bancos se vuelcan en un sector de 10 millones de personas

Los ancianos huyen de los espacios asfixiantes y, apoyados en esa mayor duración de la vida, reclaman atención.

Por eso, todo lo relativo a la dependencia tiene posibilidades, una vez que los sucesivos recortes de la Administración la hayan desangrado. Lo que iba a convertirse en el cuarto pilar del Estado de bienestar se diluye o lo diluyen. En 2013, el número de personas atendidas se ha reducido en más de 15.000. Hay urgencia y necesidad.

Y como una respuesta a esa precariedad y frustración entra en juego la “nueva familia”.

Estas son las dos palabras que emplea para nombrarla Gerardo Meil, autor del estudio «Individualización y solidaridad familiar «(Fundación La Caixa).

En este espacio familiar, ambos cónyuges tienen trabajos remunerados y, como máximo, dos hijos. Al disponer de poco tiempo, cuidan a sus ancianos de “una forma teledirigida”, admite el experto. Por eso delegan en centros asistenciales privados o en profesionales que acuden a casa.

Poco extraña, pues, que la salud, según comenta Nielsen, se haya convertido en la primera preocupación de los ancianos españoles. Lógico. También la lógica impone que la propensión a consumir medicamentos aumenta con la edad y con la esperanza de vida. Estas dos situaciones reman a favor de la industria farmacéutica, que siente el negocio.

“El 60% de todo el consumo farmacéutico procede de los mayores de 65 años”, puntualiza Pedro Luis Sánchez, director del departamento de Estudios de Farmaindustria. También llegan, ahonda un informe de la gestora Fidelity, buenas noticias para los fabricantes de medicamentos genéricos, distribuidores de fármacos y aseguradoras de salud, no solo por el envejecimiento, sino debido a los esfuerzos de los Gobiernos por controlar la presión sobre los costes de los sistemas sanitarios públicos.

Sin embargo, después de todo este relato lleno de números y palabras, el inexorable envejecimiento nos conduce a lo relevante: las personas. Y al igual que vivimos un cambio demográfico debe haberlo en la sociedad española para comprender que los ancianos son tesoros nacionales. Desde 1966, en Japón, un país con unos habitantes también cargados de años, el tercer lunes de septiembre se celebra el Keiro no Hi (Día del Respeto a los Ancianos). Un recordatorio del valor de lo que todos —si el destino nos lo permite— seremos algún día.

http://economia.elpais.com/economia/2013/11/29/actualidad/1385753835_917479.html

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Un videojuego de carreras rejuvenece el cerebro

La misma ciencia que demostró que el Brain Training y otros juegos habilidad mental servían a la gimnasia del cerebro lo mismo que un crucigrama muestra ahora cómo un juego de carreras puede mejorar las habilidades cognitivas que se pierden con la edad. Con un poco de entrenamiento, un abuelo puede jugar tan bien como un chaval de 20 años, recuperando buena parte de su control cognitivo.

La prestigiosa revista científica Nature lleva esta semana a su portada una investigación que demuestra que se puede combatir el envejecimiento del cerebro con unas horas de consola. Con un juego de carreras específicamente diseñado, investigadores de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) consiguieron que mayores de 65 años mejoraran de forma significativa su capacidad para la multitarea y otras habilidades cognitivas.

En un primer experimento con 174 personas con edades desde los 20 a los 79 años, volvieron a demostrar lo que la neurociencia y la sabiduría popular consideran un hecho: con la edad se puede ganar en sabiduría pero se pierde agilidad mental. En particular, a medida que se envejece el cerebro lleva cada vez peor la multitarea y el control cognitivo, definido por los autores del estudio como “el conjunto de procesos neuronales que nos permiten interactuar con nuestro complejo entorno orientado a objetivos”.

LA CAPACIDAD DE MULTITAREA ENVEJECE

Lo demostraron poniendo a jóvenes y mayores a jugar con NeuroRacer, un juego de coches algo particular. En la versión simple, había que manejar con la consola un vehículo por una carretera. En la compleja, además iban apareciendo señales. Si eran verdes, el jugador tenía que pulsar el teclado. Todo un ejercicio práctico de lo que se entiende por multitarea. En este experimento, los investigadores comprobaron que, a medida que pasan los años, la capacidad para hacer dos cosas a la vez disminuye. La caída en el rendimiento llegó a ser superior al 64% a partir de los 60 años.

Pero, durante el siguiente mes, los mayores estuvieron jugando con el NeuroRacer tres horas a la semana. Para evitar que la mejora viniera de la simple práctica, un algoritmo iba complicando cada vez más el juego, haciendo las curvas más sinuosas o mostrando las señales con patrones aleatorios. Al cabo de ese tiempo, los mayores que jugaron a la versión compleja mostraron una habilidad en el juego comparable a la de chavales de 20 años, eso sí, que nunca habían jugado con él. En ambos experimentos los participantes fueron monitoreados con un electroencefalograma.

“Estos resultados muestran la plasticidad que puede tener un cerebro envejecido”, dice el director del Centro de Neurociencia de la UCSF y coautor del estudio Adam Gazzaley. El neurocientífico, que ya está preparando una nueva versión del juego desde su empresa Akili Interactive Labs, advierte de que no todos los juegos sirven para entrenar un cerebro cansado.

Con el electro, los científicos comprobaron los patrones de las oscilaciones electromagnéticas de baja frecuencia conocidas como ondas theta del córtex prefrontal, donde residen las funciones ejecutivas del cerebro. La neurociencia usa las ondas theta para determinar el grado de control cognitivo.

Los mayores que habían jugado con la versión compleja del NeuroRacer (la del coche y las señales) mostraron una elevación de la actividad de las ondas theta del córtex prefrontal, lo que “demuestra por primera vez la modulación de una red neuronal en respuesta al entrenamiento cognitivo en adultos mayores”, escriben en el estudio.

Además, los científicos llegaron a la conclusión de que el juego no sólo mejora la capacidad para la multitarea. Por medio de una serie de test psicológicos vieron que otras funciones cerebrales como la memoria de trabajo, la capacidad de mantener la atención o la resolución de interferencias habían mejorado en los jugadores. Lo más relevante, sin embargo, es que seis meses después, los mayores de 60 años aún conservaban las habilidades cognitivas recuperadas con un simple juego de carreras.

Fuente: http://www.huffingtonpost.es/2013/09/06/videojuegos-rejuvenecimie_n_3878452.html?utm_hp_ref=es-ciencia-y-tecnologia

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La vejez ya no es lo que era

«No hace mucho, la imagen social de abuelos y bisabuelos era la de figuras un poco decorativas en la trama familiar a las que les había llegado el tiempo de «descansar».

Pero aunque todavía existen estimaciones descorazonadoras (algunas indican que apenas el 4% de los mayores de 95 mantienen sus capacidades cognitivas intactas), comienza a advertirse una realidad más estimulante. Algunos estudios sugieren que las tasas de demencia podrían estar descendiendo y se multiplican los ejemplos de aquellos que, bien pasados los noventa, siguen en plena actividad: enseñan, escriben, dirigen centros de investigación o fundaciones, participan -y son escuchados- en organizaciones gremiales o políticas. En suma, conforman una nueva generación de adultos mayores con agenda completa.

Podría pensarse que son sólo excepciones que se dan sobre el telón de fondo de una multitud que padece el deterioro físico y cognitivo. Pero hay signos que permiten alentar un leve optimismo. En particular, estudios dados a conocer en las últimas semanas que parecen indicar que el cambio en los estilos de vida puede hacer descender la frecuencia de las demencias, uno de los principales fantasmas de las personas que llegan a edades avanzadas.

Un trabajo dado a conocer hace pocos días en The Lancet realizado en Dinamarca encontró que nonagenarios a los que se les administró un test cognitivo en 2010 obtuvieron resultados sustancialmente mejores que los que lo habían realizado dos décadas antes. Cerca de un cuarto de los estudiados en 2010 llegaron al máximo nivel, el doble de los que habían pasado la prueba en 1998. Al mismo tiempo, el porcentaje de los que obtuvieron los peores puntajes cayó de 22 a 17%.

En otro estudio publicado en la misma revista, investigadores del Instituto de Salud Pública de la Universidad de Cambridge compararon dos grupos de unas 7000 personas en las mismas regiones de Inglaterra y Gales. Los resultados sugieren que el porcentaje de personas de 65 años o mayores que padecen Alzheimer habría bajado en Gran Bretaña casi un 25% en un lapso de 20 años, pasando de 8,3% a 6,5%. El primer análisis tomó datos de comienzos de 1990 y el segundo, de entre 2008 y 2011.

Por último, un tercer trabajo de investigadores del Instituto de la Salud y la Investigación Médica (Inserm), de Francia, cuyos resultados preliminares fueron presentados recientemente en Boston durante la Conferencia de la Asociación Internacional del Alzheimer, sugiere que atrasar la jubilación disminuye las posibilidades de padecerlo.

Realizado en 429.000 personas, concluyó que cada año adicional de trabajo después de cumplir los 60 reduciría casi un 3% el riesgo de sufrir la enfermedad.

Para el doctor Ignacio Katz, director de la Especialización en Gestión Estratégica de Organizaciones de Salud de la Universidad Nacional del Centro  y responsable académico del sector de Adultos Mayores de esa misma universidad, la pobreza tiene un impacto muy importante en etapas avanzadas de la vida.

Según Katz, los cuatro parámetros que inciden en la calidad del(Tandil-Argentina) envejecimiento son la soledad, el sedentarismo, la desnutrición (que es muy frecuente, incluso en personas con un nivel económico estable) y el maltrato.

«En el proyecto tandilense, además de recomendar actividad física y buena nutrición, procuro sobre todo que los plomeros sigan siendo plomeros, que los electricistas sigan haciendo sus tareas… Y trato de que la actividad sea grupal», cuenta.

«Hay que comprender que dejar de trabajar no quiere decir jubilarse de la vida -subraya-. Lo que mata es el aislamiento. Lo que siente el adulto mayor es que va quedando solo, no tiene interlocutores. «

Fuente : http://www.lanacion.com.ar/1607534-la-vejez-ya-no-es-lo-que-era-a-los-90-con-agenda-completa

 

 

 

 

 

 

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«No tener prisa ayuda a disfrutar»

«Lo malo de envejecer es que el cuerpo no le sigue al Yo»

Ramón y Cajal

«Cuando a los 65 años a Felicidad Loscertales le llegó el momento de jubilarse pensó que no tenía ningún motivo para ello. ¡Hay tanto que hacer!, se dijo. Y pidió que se le concediera un permiso para seguir impartiendo clases de Psicología Social en la Universidad de Sevilla. Después de aquellos cinco años de permiso le fue concedido el título de profesora emérita, lo que conllevaba la posibilidad de continuar otros tres años más de clases.

Felicidad Loscertales tiene 75 años y hace dos que está jubilada. Ahora de verdad. Pero no quieta, eso parece imposible en alguien como ella. Porque colabora en grupos de trabajo de la facultad, está terminando un libro con otros compañeros de departamento acerca de la imagen de la mujer docente en el cine y en octubre volverá a impartir clases sobre la perspectiva de género en los medios de comunicación dos veces por semana en el Aula de la Experiencia.

«A veces soy un poco pesada y siempre estoy repitiendo a los compañeros que cuándo me van a mandar sus capítulos». También está preparando un congreso sobre Psicología en la Universidad de Sevilla, donde presentará a una de las conferenciantes, la psicóloga Olga Bertomeu. Loscertales cree que la responsabilidad de un adulto es siempre ayudar a los jóvenes en su formación y también a los adultos que por circunstancias de su vida no han podido estudiar.

Admite que el haberse jubilado le ha permitido recuperar aspectos de la vida que con el trabajo no podía aprovechar. Uno de ellos es disfrutar más de la familia y de la paz que conlleva tener menos responsabilidades. «Las personas mayores ya no tenemos tanta prisa y eso ayuda a disfrutar muchísimo». También está reforzando relaciones sociales, ya que una de las ventajas de tener tiempo es poder vivir más intensamente en grupo y disfrutar del contacto humano. «Quedo mucho con amigos, a los que, como buena aficionada al cine, recomiendo las últimas películas que he visto». Una de las espinitas que se intenta quitar es el dominio del inglés y siempre que puede va al cine a ver películas en versión original.

Su día a día es tan intenso ahora como antes de la jubilación. Se levanta muy temprano. Otra de las ventajas que tiene la edad es que se duerme menos, cuenta. Después del café va en bicicleta a comprar el pan y el periódico. Después se sienta delante del ordenador y dedica unas horas a revisar alguno de los artículos que trae entre manos. Sigue ejerciendo de ama de casa: «Algo que he sido siempre, es inevitable. Siempre que puedo ayudo a mis hijas con algún recado y las llevo en coche, aunque a veces me riñen y me dicen que no tengo edad para conducir. Sin embargo, me encanta conducir y, en vacaciones, muchas veces recorro zonas de España de parador en parador».

Después se ocupa de que no le falte nada a su huerto. «Este año nos han salido unos tomates y unos pimientos buenísimos, con los que hago el gazpacho». También va dos veces a la semana a un taller de cerámica impartido por la ceramista Maribel García Díaz. La cerámica siempre ha sido una de sus pasiones, que ahora puede desarrollar. Y procura hacer deporte: en verano nada una hora todos los días en la piscina de su casa antes de comer. «Sienta de maravilla», apostilla.

Nunca deja de aprender y es revitalizador el entusiasmo que encuentra en los mayores que acuden a las clases del Aula de la Experiencia. Enseñar a jóvenes es diferente que enseñar a adultos. Muchos jóvenes acuden por motivos diferentes al mero deseo de aprender. «Es quizás la última oportunidad que tienen las personas mayores de engancharse al tren del aprendizaje y es algo que llevan ansiando durante mucho tiempo». Como tienen menos prisa, quieren dedicarle más tiempo, aclara.

Felicidad Loscertales señala que el entusiasmo de los mayores por aprender es formidable. «Tienen muchas ganas de participar, no se callan. El año pasado eran más de cien alumnos y este, afortunadamente, los hemos podido dividir en dos grupos.»

Está en completo desacuerdo con la reforma educativa del ministro Wert. «Es algo tremendo porque creo sinceramente que las últimas reformas educativas no han servido más que para interrumpir los logros que empezaban a asentarse de las anteriores. La educación es acompañar al niño en la tarea de hacerse adulto. Es como el crecimiento de un brazo, nadie puede torcerlo mientras está creciendo y muchas de estas reformas lo que hacen es añadir y quitar elementos que se estaban asentando. Es terrible y, al final, los políticos son los causantes de malas políticas educativas que lo único que buscan es atraer votos».

«Mentalmente uno se siente joven, aunque hay cosas que el cuerpo no te permite como antes. Esta mañana estaba terminando un artículo para una revista que tenía que haber mandado ya, pero tenía la sospecha de que había una idea que repetía en dos partes y no podía encontrar dónde; a esta edad el cansancio es un enemigo fuerte». reflexiona Loscertales.

El año pasado dedicó las clases del Aula de la Experiencia a estudiar el papel de la mujer en el periodismo y a analizar el caso Watergate. En este caso, los periodistas que descubrieron el espionaje del presidente Nixon acudieron a su redactor jefe con la noticia, quien se mostró reacio a publicarla. Sin embargo, Katherine Graham, quien había asumido recientemente la presidencia del The Washington Post tras la muerte de su marido, les dijo que un periódico lo que hacía era publicar noticias y aquella, sin duda, lo era. «Discutimos durante semanas sobre la valentía de esta mujer y el interés de los alumnos fue increíble».

Una de sus citas favoritas es de Ramón y Cajal, del libro El mundo visto a los 80 años: «Lo malo de envejecer es que el cuerpo no le sigue al yo». Ello lo explica diciendo que «el cuerpo es el que se cansa, pero tú estás con fuerzas y quieres seguir. Me levanto muy temprano, pero por la noche caigo antes», admite, mientras comenta que el libro electrónico ha sido un gran descubrimiento por lo poco que pesa y que le permite leer de noche alguna novela policiaca, uno de sus géneros preferidos.

En el Aula de la Experiencia de Mairena, una extensión de las clases que lleva en Sevilla, se encarga de un seminario sobre comunicación y sobre qué es personalidad, desde una perspectiva humanista, en el que intenta introducir también conocimientos sobre el psicoanálisis. «El año pasado tratamos sobre la violencia en el hogar, no sólo la de género, sino también la que ejercen padres contra hijos e hijos contra padres». Sin duda, los años habrán restado fuerzas a Loscertales, pero no ha perdido ni el rigor científico ni el entusiasmo humano.»

Leer más: http://www.lavanguardia.com/vida/20130729/54378177511/felicidad-loscertales-75-no-tener-prisa-ayuda-a-disfrutar.html#ixzz2aQJ8JenI

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Oliver Sacks: Al cumplir los 80

 

«Anoche soñé con el mercurio: enormes y relucientes glóbulos de azogue que subían y bajaban. El mercurio es el elemento número 80, y mi sueño fue un recordatorio de que muy pronto los años que iba a cumplir también serían 80. Desde que era un niño, cuando conocí los números atómicos, para mí los elementos de la tabla periódica y los cumpleaños han estado entrelazados. A los 11 años podía decir: “soy sodio” (elemento 11), y cuando tuve 79 años, fui oro. Hace unos años, cuando le di a un amigo una botella de mercurio por su 80º cumpleaños (una botella especial que no podía tener fugas ni romperse) me miró de una forma peculiar, pero más adelante me envió una carta encantadora en la que bromeaba: “tomo un poquito todas las mañanas, por salud”.

¡80 años! Casi no me lo creo. Muchas veces tengo la sensación de que la vida está a punto de empezar, para en seguida darme cuenta de que casi ha terminado. Mi madre era la decimosexta de 18 niños; yo fui el más joven de sus cuatro hijos, y casi el más joven del vasto número de primos de su lado de su familia. Siempre fui el más joven de mi clase en el instituto. He mantenido esta sensación de ser siempre el más joven, aunque ahora mismo ya soy prácticamente la persona más vieja que conozco.

A los 41 años pensé que me moriría: tuve una mala caída y me rompí una pierna haciendo a solas montañismo. Me entablillé la pierna lo mejor que pude y empecé a descender la montaña torpemente, ayudándome solo de los brazos. En las largas horas que siguieron me asaltaron los recuerdos, tanto los buenos como los malos. La mayoría surgían de la gratitud: gratitud por lo que me habían dado otros, y también gratitud por haber sido capaz de devolver algo (el año anterior se había publicado Despertares).

A los 80 años, con un puñado de problemas médicos y quirúrgicos, aunque ninguno de ellos vaya a incapacitarme. Me siento contento de estar vivo: “¡Me alegro de no estar muerto!”. Es una frase que se me escapa cuando hace un día perfecto. (Esto lo cuento como contraste a una anécdota que me contó un amigo. Paseando por París con Samuel Beckett durante una perfecta mañana de primavera, le dijo: “¿Un día como este no hace que le alegre estar vivo?”. A lo que Beckett respondió: “Yo no diría tanto”). Me siento agradecido por haber experimentado muchas cosas –algunas maravillosas, otras horribles— y por haber sido capaz de escribir una docena de libros, por haber recibido innumerables cartas de amigos, colegas, y lectores, y por disfrutar de mantener lo que Nathaniel Hawthorne llamaba “relaciones con el mundo”.

Siento haber perdido (y seguir perdiendo) tanto tiempo; siento ser tan angustiosamente tímido a los 80 como lo era a los 20; siento no hablar más idiomas que mi lengua materna, y no haber viajado ni haber experimentado otras culturas más ampliamente.

Siento que debería estar intentado completar mi vida, signifique lo que signifique eso de “completar una vida”. Algunos de mis pacientes, con 90 o 100 años, entonan el nunc dimittis —“He tenido una vida plena, y ahora estoy listo para irme”—. Para algunos de ellos, esto significa irse al cielo, y siempre es el cielo y no el infierno, aunque tanto a Samuel Johnson como a Boswell les estremecía la idea de ir al infierno, y se enfurecían con Hume, que no creía en tales cosas. Yo no tengo ninguna fe en (ni deseo de) una existencia posmortem, más allá de la que tendré en los recuerdos de mis amigos, y en la esperanza de que algunos de mis libros sigan “hablando” con la gente después de mi muerte.

El poeta W. H. Auden decía a menudo que pensaba vivir hasta los 80 y luego “marcharse con viento fresco” (vivió solo hasta los 67). Aunque han pasado 49 años desde su muerte yo sueño a menudo con él, de la misma manera que sueño con Luria, y con mis padres y con antiguos pacientes. Todos se fueron hace ya mucho tiempo, pero los quise y fueron importantes en mi vida.

A los 80 se cierne sobre uno el espectro de la demencia o del infarto. Un tercio de mis contemporáneos están muertos, y muchos más se ven atrapados en existencias trágicas y mínimas, con graves dolencias físicas o mentales. A los 80 las marcas de la decadencia son más que aparentes. Las reacciones se han vuelto más lentas, los nombres se te escapan con más frecuencia y hay que administrar las energías pero, con todo, uno se encuentra muchas veces pletórico y lleno de vida, y nada “viejo”. Tal vez, con suerte, llegue, más o menos intacto, a cumplir algunos años más, y se me conceda la libertad de amar y de trabajar, las dos cosas más importantes de la vida, como insistía Freud.

Cuando me llegue la hora, espero poder morir en plena acción, como Francis Crick. Cuando le dijeron, a los 85 años, que tenía un cáncer mortal, hizo una breve pausa, miró al techo, y pronunció: “Todo lo que tiene un principio tiene que tener un final”, y procedió a seguir pensando en lo que le tenía ocupado antes. Cuando murió, a los 88, seguía completamente entregado a su trabajo más creativo.

Mi padre, que vivió hasta los 94, dijo muchas veces que sus 80 años habían sido una de las décadas en las que más había disfrutado en su vida. Sentía, como estoy empezando a sentir yo ahora, no un encogimiento, sino una ampliación de la vida y de la perspectiva mental. Uno tiene una larga experiencia de la vida, y no solo de la propia, sino también de la de los demás. Hemos visto triunfos y tragedias, ascensos y declives, revoluciones y guerras, grandes logros y también profundas ambigüedades. Hemos visto el surgimiento de grandes teorías, para luego ver cómo los hechos obstinados las derribaban. Uno es más consciente de que todo es pasajero, y también, posiblemente, más consciente de la belleza. A los 80 años uno puede tener una mirada amplia, y una sensación vívida, vivida, de la historia que no era posible tener con menos edad. Yo soy capaz de imaginar, de sentir en los huesos, lo que supone un siglo, cosa que no podía hacer cuando tenía 40 años, o 60. No pienso en la vejez como en una época cada vez más penosa que tenemos que soportar de la mejor manera posible, sino en una época de ocio y libertad, liberados de las urgencias artificiosas de días pasados, libres para explorar lo que deseemos, y para unir los pensamientos y las emociones de toda una vida. Tengo ganas de tener 80 años.»

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III Estudio internacional Bupa Health Pulse 2012

Bupa, matriz de Sanitas, ha publicado su III estudio Internacional Bupa Health Pulse 2012 en el que han participado más de 14.000 personas de 13 países diferentes (Reino Unido, España, Australia, México, India, EE.UU. Brasil, China, Nueva Zelanda, Egipto, Arabia Saudí, Tailandia y Hong Kong); de los participantes, 1.048 fueron españoles. Las encuestas se realizaron entre el 21 de marzo y el 2 de mayo de 2012, y recientemente se han publicado algunos de los resultados del estudio acerca de las preocupaciones, creencias y conocimientos sobre cuestiones de salud.

Por una parte, la demencia es una de las principales preocupaciones de los españoles frente a la madurez. Los datos muestran el descontento de los españoles con la atención a las personas mayores y su opinión acerca de las necesidades en este campo. El 34 % considera que la atención a los mayores necesita ser mejorada, y únicamente el 21 % aprueba los servicios asistenciales que se ofrecen en el país.

Además, el 88 % cree que uno de los requisitos esenciales para ofrecer mejor atención y una buena calidad en el servicio asistencial, especialmente cuando se trata de enfermedades como la demencia, es contar con un equipo humanomultidisciplinar que posea formación especializada.

De esta forma, en el caso de una persona de edad avanzada, los encuestados piensan que esta no sólo necesita unos cuidados físicos sino también psicológicos y emocionales. Para el 84 % de los mayores de 65 años promover unenvejecimiento activo significa potenciar el bienestar mental de la persona a través de la participación en la sociedad.

Por otra parte, los españoles consideran que la obesidad (24%), el estrés (23%) y el sedentarismo (15%) suponen el principal problema para la salud, incluso por encima del consumo de alcohol (7%) y tabaco (13%), según los datos aportados por este estudio. De hecho, ocho de cada diez españoles afirma haber intentado hacer cambios en sus hábitos en los últimos cinco años con el objetivo de mejorar su estado de salud, sin embargo, sólo la mitad de ellos afirma mantenerlos.

Finalmente, cabe destacar el desconocimiento de los españoles acerca de algunas cuestiones básicas para la salud. Por ejemplo, el 40 % de los encuestados no reconoce el sobrepeso como un factor de riesgo clave para el desarrollo de la diabetes.

Todos estos datos deberían servir para poner en marcha programas informativos acerca de los factores de riesgo para la prevención de algunas enfermedades y para potenciar las necesidades asistenciales de los mayores.

Fuentes:Redacción MédicaGrupo Sanitas Demenciahttp://www.infocop.es/view_article.asp?id=4574&cat=47

http://www.gruposanitas.com/grupo/sanitasExt/articulo/La-obesidad-y-el-sedentarismo-preocupan-mas-a-los-espanoles-que-el-tabaco-y-el-alcohol/SONBRPQMQ

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Jubilados sin petanca

Un día se acuestan trabajadores, profesores, enfermeras, empresarias o contables, sin distinción, y al siguiente se levantan jubilados. En España hay 7,9 millones de personas de más de 65 años, según el INE, de las que casi 5,5 millones son pensionistas.

Los empleos, la formación, el nivel económico, las posibilidades de viajar y el acceso a las nuevas tecnologías que han tenido un grupo creciente de las personas que ahora se jubilan, muy distintos de los trabajos o la formación, a veces ninguna, que tuvieron las generaciones anteriores, han propiciado un cambio en el estilo de vida de los mayores cuando dejan de trabajar. Algunos expertos distinguen ya entre “jubilados tradicionales” o pasivos, y “nuevos jubilados”, que quieren seguir siendo una parte activa de la sociedad aunque haya finalizado su etapa laboral.

En la práctica, la tercera edad ha incrementado su participación en actividades de voluntariado, a veces relacionadas incluso con la ocupación profesional previa. Un fenómeno que ha suscitado reticencias entre los que opinan que su labor detrae el empleo juvenil. Con mejor aceptación, sobre todo desde el sector de la hostelería, cada vez son más los mayores que satisfacen su inquietud viajera, incluso en crisis, según datos de la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados (UDP).

Y su papel como consumidores y sostén de maltrechas economías familiares es indiscutible a pesar de los recortes en sus propios ingresos: las pensiones.

“No me veo haciendo croché”. A punto de jubilarse, una compañera de Antonio Trinidad Requena, sociólogo de la Universidad de Granada, le dijo estas palabras hace pocas semanas. El profesor, autor de «La realidad económica y social de las personas mayores» (2005), recuerda la conversación con su colega para explicar el perfil de “nuevo jubilado” que detectaron en aquel estudio. “Y ha ido en aumento desde entonces”, apunta Trinidad. “La centralidad del trabajo en nuestra sociedad hace que cuando sales del mercado laboral, pareces un excluido. Pero esto está cambiando”, indica el experto. “Ellos [los encuestados] se definían como ‘jubilados laborales, pero no sociales”.

Los sociólogos coinciden en señalar que el colectivo de jubilados es muy heterogéneo y que factores como la edad, el estado de salud, el nivel económico y la trayectoria de vida que hayan tenido van a influir en su estilo de vida.

Lourdes Pérez, socióloga especializada en el estudio de la vejez, distingue seis tipos de mayores. Desde los que disminuyen su actividad y se aíslan, o los “paseantes”, que permanecen el día en la calle “viendo las obras o sentados en un banco para charlar con la gente”, hasta los senior, de “aparición reciente y en aumento, que viajan, conducen, hacen voluntariado. Los que hacen cosas que no son de personas mayores”, explica la investigadora. “El fenómeno en España es muy nuevo, de apenas una década”, señala.

Luis Martín Pindado, presidente de la UDP, es un senior. No solo porque tiene 75 años, sino porque desde que se jubiló ha estado “siempre en la brecha”. “No podía quedarme parado jugando a la petanca o al mus”, dice. En sus tres mandatos de la UDP, para defender los derechos de la tercera edad, pero también impulsar su papel relevante en la sociedad, Martín ha comprobado que “las personas mayores quieren continuar siendo útiles”. “Esto antes no era así porque el bagaje cultural de nuestros padres no era el mismo”, afirma. Pero en los últimos seis años, dice, ha cambiado el estereotipo.

En este sentido, los datos del Instituto Nacional de Estadística reflejan ese incremento del nivel de instrucción de la tercera edad. Los mayores de 65 años con un título universitario (licenciatura o doctorado) superaron por primera vez en España en número a los analfabetos en 2011. Mientras que la cantidad de los primeros no ha dejado de crecer, los segundos son cada vez menos, aunque todavía demasiados en relación con los países del entorno.

Las generaciones de “jóvenes jubilados”, como los define Martín Pindado, no solo se caracterizan por un nivel de instrucción medio-alto, sino que han podido disfrutar de tiempo libre en etapas anteriores y han madurado con el boom de las nuevas tecnologías. Los que hoy tienen 65 años y ya han dejado de trabajar o están a punto de hacerlo, tenían 35 cuando se comercializó el primer videojuego español (La Pulga) en 1983, y 46 cuando se liberalizó el mercado de teléfonos móviles o los cibercafés salpicaban las ciudades vendiendo conexión a Internet en 1994. Así, pese a que la brecha digital intergeneracional todavía es importante, el uso de los ordenadores, Internet o tecnología móvil no ha dejado de aumentar entre los mayores. “Y asimilan las novedades”, apunta la profesora de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, Lourdes Pérez.

Las mujeres han experimentado un cambio, si cabe, mucho más profundo respecto a las generaciones anteriores. En las últimas cuatro décadas se han incorporado masivamente al mercado de trabajo. A diferencia de sus madres, que alcanzados los 65 eran, o habían sido hasta entonces, amas de casa, ahora se jubilan.

Una vida distinta supone una jubilación distinta de la que se concebía hasta hace unos años. Por eso, el informe Las Personas Mayores en España, elaborado por el Imserso, alerta de que para “las nuevas generaciones de mayores, el ocio actual enfocado a su edad se aleja considerablemente de su estilo de vida”. Los viajes a Benidorm y los clubes para jugar al dominó se han quedado obsoletos para los nuevos jubilados.

¿Y ahora qué? La respuesta a esta pregunta después de tres o cuatro décadas dedicadas a trabajar no es sencilla. El gerontólogo Ricardo Moragas, autor de «Jubilación siglo XXI», cree que esta cuestión no se medita lo suficiente. Ni personal ni políticamente. “No hemos querido reflexionar sobre esta etapa porque al final de la misma viene la desaparición”, afirma. “Y los políticos han ido a lo fácil”, añade. Pero la esperanza de vida se alarga y tras la jubilación las personas viven de media en España unos 20 años más. “Dos décadas de interrogante”, alerta Moragas, que subraya la necesidad de que haya más orientadores y cursos de preparación para que esa incógnita tenga contestación “y no haya sorpresas”.

¿Están hurtando puestos de trabajo? “No, es solidaridad”, dice un retirado

A falta de asesores y una planificación estricta, los mayores optan por distintas actividades para llenar ese hueco que deja el trabajo. Aquellos que desean romper con su oficio una vez llegado “el merecido descanso”, eligen normalmente actividades de ocio. Pero Martín Pindado alerta: “Si me hubiera pasado los 20 años que llevo jubilado dedicado al ocio, ya me hubiera cansado de mis hobbies”.

Así, el voluntariado, incluso seguir ejerciendo una profesión desde la solidaridad, se alza como una vía cada vez más transitada. Lo ratifica la Plataforma del Voluntariado, que cada vez cuenta más mayores en las ONG.

Más de 100.000, según una encuesta realizada por UDP en abril de 2013, realizan labores educativas o de apoyo a la formación a grupos desfavorecidos (menores con problemas, desempleados o inmigrantes). Una cantidad similar facilita apoyo en domicilios, residencias u hospitales, y otro tanto se reparte entre ayudar a minorías en riesgo de exclusión y gestionar sus propias asociaciones.

El tiempo que los nuevos jubilados destinan al voluntariado, está sosteniendo las actividades de algunas ONG y asociaciones. “Aportamos mucho. En las residencias hay jubilados voluntarios que imparten talleres a otros mayores internos”, ejemplifica Angelina Fernández, que coordina un programa de voluntariado social en la tercera edad.

De forma organizada o no, adscritos a una asociación o de manera informal, hay profesores que se quedan enganchados al aula, enfermeras que siguen cuidando de ancianos o ex directivos y contables que asesoran solidariamente a jóvenes emprendedores. Esta subida de voluntarismo y, en algunos casos, continuismo en sus profesiones de los jubilados, mantiene abierto un debate todavía no resuelto. ¿Quitan, con su labor, puestos de trabajo?

Martín Pindado cree que no. “Es solidaridad. Los compañeros que se encuentran bien quieren ayudar allí donde no llegan las familias, los vecinos o la Administración”, dice. Pero reconoce que le preocupan “los alargamientos obligados en la edad de jubilación porque impiden la incorporación de jóvenes”. “Creo que tendría que haber libertad para jubilarse dentro de unos períodos de tiempo, porque también hay personas en un buen momento profesional a los 65, que no se quieren jubilar”, añade.

La edad de jubilación no solo se ha alargado hasta los 67 años, sino que el Gobierno de Mariano Rajoy (PP) ha abierto la puerta en la reforma de las pensiones recientemente aprobada a compatibilizar el cobro de la pensión (el 50%) con un trabajo por cuenta ajena. Una medida controvertida en un momento en el que el paro juvenil supera el 57%, según la última Encuesta de Población Activa. Como Martín Pindado, hay sectores que han mostrado sus reticencias a este tipo de políticas al considerar que cierran la puerta a la incorporación de los jóvenes al mercado laboral.

Por otra parte, el apoyo económico y familiar, —cuidando de los nietos, por ejemplo— que prestan los mayores les ha convertido, sin embargo, en el colchón de la crisis. Aumentan los hogares en los que el principal sustento es la pensión del abuelo y el gasto medio anual por persona mayor de 65 años (12.391 euros) en 2011, es más elevado que el gasto medio por individuo de entre 16 y 64 años (10.760 euros).

Pero la familia no es el único destino de sus ingresos que, aunque mermados, son más cuantiosos que las generaciones anteriores. El ocio, principalmente cultural —asistir a espectáculos, pero también seguir formándose a través de cursos y la lectura— y viajar, son pilares de la vida del nuevo jubilado. Cerca de dos millones y medio de personas con más de 65 años (31,1%) planean realizar algún viaje vacacional a lo largo del año 2013. Un 5,5% más que en 2012, según apunta el barómetro de las personas mayores de marzo de 2013 que realiza UDP.

Ni ganchillo, ni dominó, ni mesa camilla y televisión. Y ya tampoco las vacaciones esporádicas en la playa. La sed por hacer cosas de las personas que hoy dejan de trabajar por razón de edad está cambiando el propio concepto de jubilación. Las tres primeras definiciones de la Real Academia de la Lengua contienen las palabras “cese”, “dispensar” y “desechar”, así como “decrepitud” e “inútil”. Una connotación negativa que también se le ha dado desde el ámbito académico a esta etapa de la vida, como reconoce Lourdes Pérez. La actitud activa de los mayores, sin embargo, ha roto los moldes de su estereotipo.

Los jubilados del siglo XXI tendrán muchos retos que afrontar. La política y la investigación también. Tendrán que dar repuesta a las necesidades y las aportaciones de una tercera edad muy distinta a la que define el diccionario. Como dice el informe Un perfil de las personas mayores en España (2012), realizado por CSIC, “las generaciones jóvenes actuales son las más formadas de la historia. En el futuro, las cohortes que alcancen la vejez serán más instruidas y tendrán más recursos para afrontar situaciones nuevas problemáticas”.

Fuente:http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/05/02/actualidad/1367517121_361933.html

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Apuntarse a nuevas actividades: una forma de prevenir el Alzheimer

‘Úsalo o piérdelo’, una máxima que también podría aplicarse al cerebro, concretamente para protegerlo del Alzheimer. Según un estudiorealizado con ratones, mantener una estimulación cognitiva prolongada y exponerse a nuevas actividades puede ayudar a retrasar esta enfermedad neurodegenerativa, que en España afecta a unas 700.000 personas, aproximadamente.

Estudios anteriores ya apuntaban que el ejercicio, la mente activa y las relaciones sociales retrasaban la aparición de demencia en enfermos de Alzheimer. Esta investigación, a diferencia de los anteriores trabajos, que eran epidemiológicos, proporciona evidencia científica preclínica (en ratones) que corrobora esta idea.

A pesar de esta novedad, remarca Jacques Selmés, médico y secretario de la Fundación Alzheimer España (FAE), «el gran problema de la investigación con modelos animales es que la enfermedad se manifiesta únicamente en humanos». Por eso, lo que hacen es inducir la enfermedad en estos animales.

Un equipo de expertos del Centro de Enfermedades Neurológicas del departamento de Neurología del Hospital Brigham y de Mujeres (EEUU) analizó cómo influía el medio ambiente en un modelo de ratón salvaje que, al parecer, es «más parecido al humano en cuanto al desarrollo delAlzheimer«.

Al inicio del ensayo, los roedores vivían en jaulas en un laboratorio sólo con comida y agua. Se les fue introduciendo múltiples objetos nuevos y ruedas para correr. Los investigadores observaron que esta continua exposición a situaciones diferentes incrementaba la liberación de noradrenalina (un neurotransmisor implicado en el control de funciones como la atención y la excitación) y aumentaba la actividad en el locus coeruleus (una región cerebral involucrada en la respuesta al pánico y al estrés). En definitiva, se intensificaban los niveles de excitación, el ritmo cardiaco y la presión arterial.

Como explica Dennis Selkoe, uno de los autores del ensayo, publicado en la ‘Neuron’, la exposición prolongada a este tipo de ambientes, cargados de elementos innovadores, activa emociones relacionadas con una proteína denominada beta amiloide.

El Alzheimer se produce cuando dicha proteína se acumula y forma lo que se conoce como ‘placas seniles’ en el cerebro. Esta acumulación puede bloquear las células nerviosas cerebrales y poco a poco llevar a una erosión de los procesos mentales, como la memoria, la atención y la capacidad de aprender, comprender y procesar la información.  Al parecer, las emociones que causan estos ambientes activandeterminados receptores cerebrales que ayudan a que la beta amiloide no se acumule y, además, mejora la comunicación entre las células nerviosas. «Esta relación entre la estimulación y los receptores adrenérgicos» es muy interesante, comenta el doctor Selmés.

«Estos resultados, reza el estudio, se confirmaron tanto en los ratones jóvenes como los de mediana edad, lo que significa que la enfermedad se puede retrasar antes de que aparezca. Y un dato más: Selkoe y su equipo comprobaron que las actividades nuevas protegían más contra el Alzheimer que incluso el ejercicio aeróbico. En investigaciones previas ya se había demostrado que mantenerse físicamente activo es útil para frenar el avance del Alzheimer.

Este trabajo, concluye Selkoe, «proporciona un mecanismo molecular sobre por qué la aparición del Alzheimer se puede retrasar en las personas con experiencias cognitivas más ricas y complejas».

Fuente : http://www.elmundo.es/elmundosalud/2013/03/08/neurociencia/1362768427.html

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